domenica, maggio 03, 2009

Ya van nueve meses...

Cuando escribí este último post habían pasado sólo seis días... Y dejé el blog, again!
Escribí esas líneas sobre el llanto y la risa para mi primo Raúl, porque fue una de las cosas que pensé cuando llorábamos desesperados la muerte de Felipe, en realidad, todavía no lo encontraban pero yo sabía que estaba muerto. No sé de dónde saqué esa idea. Lo cierto es que mientras me faltaba el aire y desaba que todo fuera una pesadilla, imaginé a un extraño, alguien ajeno a todo eso, escuchándonos al momento de inhalar aire con fuerza, preguntándose si llorábamos o reíamos. También lo escribí porque quería que llegara como señales de humo al otro lado del mundo. Y llegó.
Hoy tengo ganas de escribir sobre eso, porque no soporto la tragicomedia que mucha gente sigue montando sobre Felipe y su muerte, mis tíos y mis primas. No soporto las caras de "aflicción" y "tristeza" o "compasión" que hacen esas cacatúas cuando lo recuerdan y al hablar de él de esa manera me miran buscando aprobación.
Sí, Felipe se murió en un accidente horrible, pero no entiendo, no puedo entender porqué es lo único que sacan a relucir.
Para mí, enterarme que mi primo más pequeño había desaparecido en el mar, escucharlo de su hermana mientras esperaba que mi ortopedista me atendiera, fue caer en un estado de incredulidad absoluta. Llegar a la casa que se convirtió en la base donde primos, tíos tías, sobrinos, sobrina y amigos trataban de hacer menos pesadas esas horas, fue aún peor. No tardaron en salir las oraciones, los rezos a múltiples santos, los gritos y llantos desesperados.
Yo me sentía vacía, grité y lloré como no lo había hecho en muchos años, nada servía. Sentí que los ojos se me secaban, la cabeza me estallaba, no podía hacer otra cosa, sólo preguntarme ¿porqué él? ¿porqué así? ¿porqué si tenía 18 años? ¿porqué si era sano? ¿porqué si se había ido de vacaciones? ¿porqué si era el más pequeño de todos? ¿porqué si era tan bueno? ¿porqué si era un niño feliz? ¿porqué no puedo hacer nada? ¿porqué no puedo tener fé? ¿porqué no puedo tranquilizarme?
Soñé con el accidente. Soñé con mis primas, vi el mar, tranquilo. Al día siguiente, regresamos a la casa-cuartel. Sólo estábamos las mujeres y mi hermano. Los hombres se habían ido a Acapulco. Hablé con Raúl, mi primo querido. Lloramos, él tenía la esperanza de que lo encontraran vivo. Yo no. Casi a las dos de la tarde lo encontraron. Estaba muerto. Y yo no podía dejar de llorar. El funeral fue al día siguiente, nunca había visto tanta gente reunida en una funeraria. Todo el equipo de football americano estaba ahí, amigos de Felipe, coaches, amigos de los amigos, amigos míos, de mi hermano, de mis primas, de mis tíos, de mi madre, de mis tías...no sé de dónde salió tanta gente. Yo tenía la encomienda de poner buena cara y estar cerca de mis primas. No pude. Necesitaba sentir mi dolor. Tuve que volver a usar el bastón. No pude quedarme en la noche, regresé a casa. El día siguiente lo enterramos. Al final de la última misa, logré hablarle de todos los recuerdos lindos que tengo de él. De cuando era un bebé y de siete años lo cargaba; de cuando empezaba a hablar; de la edad en que todo niño pregunta hasta porqué el queso sabe a queso y no a leche si viene de la leche; de cuando nos contaba chistes que él inventaba; de las innumerables veces que intentó explicarme las reglas del football americano; de cuando se enojaba porque escuchábamos a Alejandro Sanz (iba en secundaria! tenía permitido escuchar esas cosas ...) ; de cuando me contaba de sus novias...
Sus amigos hicieron un sitio en facebook donde suben sus fotos. Es increíble que hasta la fecha siguan actualizándolo, son muchísimas fotos.
Un mes después me despedí de Puebla. No quería, quería quedarme con mis primas, quería hacer algo, quería estar con mis padres y mi abuela. Pero el doctorado tenía que empezar. Esos primeros meses no podía hablar de él, ni siquiera decir su nombre sin llorar. Lo único que quería cada 25 de mes era estar en Puebla en la misa de 8 que se manda decir para recordarlo, quería abrazar a Lore y Pao, hacer reír a mi tío Felipe, platicar con mi tía Domi. A veces no me lo creo, pero eso pasa con menos frecuencia. Prefiero recordar su sonrisa, aunque al ver el mar, trate de reconstruir el momento en que desapareció bajo esa ola.
Tengo un par de fotos de él que pegué en mi pared. La primera fue en la navidad de hace dos años, en la otra sale con su uniforme y su casco. Esa foto me inspira. Él me inspira y así es como lo recuerdo. Felipe es mi primo el más pequeño, se murió de 18 años. Jugaba football americano, era linebacker, el número 4 (decía que era el número de la suerte, haciendo alusión a un aztecota que nunca me cayó bien y que por cierto fue novio de mi amiga Natalia... en fin), era muy guapo, ingenioso, divertido, tímido. Fue un niño feliz, lo que más le apasionaba era jugar football, y era muy bueno. Uno de sus compañeros le dijo a su hermana que cuando jugaba Felipe él se sentía seguro. Hay vidas largas, como la de mi abuelo (que también se llamaba Felipe): 98 años y cortas como la de Felipe, 18. Fueron diferentes, ¿quién dijo que se tiene que vivir largo para vivir?